Pregunto al viento, ¿qué es bueno o malo? Y el viento me responde, mala las paredes, las montañas, los muros y los árboles si están muy juntos que me frenan, bueno los desiertos, la mar y los valles donde corro libre, las nubes me encantan porque se mueven conmigo.
Y para ti sol, ¿qué es bueno o malo? Las nubes y los techos sin duda son malos, los desiertos y la mar me parecen cosas muy buenas, la luna sin duda es mala, pues se esconde de mi.
¿Qué opinas tu de eso Luna? Que el sol si que es malo, que no deja que nadie me vea cuando aparece, las nubes a veces son buenas porque me embellecen, a veces malas que me ocultan.
De repente las nubes se quejan, ¡nosotras malas! si es el sol quien nos forma, ¿porqué nos ve malas? malo el viento, que nos lleva de un lado a otro sin dejarnos tranquilas, y los desiertos, que nos dejan seca, la mar es nuestra madre, así que es buena.
Mal padre es el sol si se queja de sus hijas, aclara la mar, y malos los desiertos, que no contienen agua alguna. El viento también me parece malo, porque me agita y me enfurece.
Una pared dice a mi me parece muy mal el mar, que nos inunda y rompe nuestra verticalidad, el sol no nos deja tranquilas, las nubes son buenas a veces, porque cuando se entristecen nos mojan con sus lágrimas.
El desierto, desperezándose, y muy tranquilamente, añade, el agua es buena, porque me entretiene, pero el viento es malo, que me mueve las arenas de un sitio a otro, el sol me deja seco, así que es malo, la luna me refresca por las noches, que ganas tengo siempre de que llegue, ella es buena, sin lugar a dudas.
Fui y pregunté al lobo, ¿qué es bello o feo? Hermosa es la luna, por eso le canto por las noches, hermosas las montañas, los bosques, los ríos, feo las ciudades, con sus ruidos, los vehículos de los humanos.
La rata de ciudad responde, no tienes ni idea, la ciudad es preciosa, con sus miles de sitios donde alimentarme, el campo me parece feo, para mi paleta prima la ardilla puede valer.
Eh! dijo la ardilla ofendida, el bosque es precioso, con tantos árboles, los campos arados si que son feos y el mar horroroso.
El atún, pensando en que sería aquello de las montañas, los campos y las ciudades, dijo en voz alta, pues a mi el mar me gusta, muchísimo.
Entonces pensé, si cada uno ve el mundo a su manera, lo que es bueno, bello, malo o feo depende de nuestro punto de vista limitado por lo que somos, ¿que pasaría si no tuviésemos esos límites?
Un escalofrío recorrió mi mente, similar a una tormenta en verano, preludio de una nueva idea, de repente sentí que mis límites desaparecían, estaba deslimitándome, veía de repente el mundo desde la perspectiva del sol, las nubes, la luna, el viento, el lobo. Comencé a apreciar todo lo que me rodeaba, en todo había belleza, aunque a mi no me lo pareciese antes, en todo había bondad. Me di cuenta de que el concepto del Bien y del Mal son relativos y que realmente sólo existían en nosotros. Ambos eran conceptos, no existían en la realidad, si no que cada ser simplemente es, bueno o malo depende del juez y no de lo juzgado. Belleza y fealdad, grande o chico, fuerte o débil, todos los adjetivos dependen del adjetivador.
Sentí soledad por no estar acompañado en aquel estado deslimitado, sentí tristeza por no haber visto antes tantas maravillas, pero todo volvió a su ser, volví a mis límites, aunque ahora me preguntaré siempre, ¿volveré a deslimitarme?
Sentí soledad por no estar acompañado en aquel estado deslimitado, sentí tristeza por no haber visto antes tantas maravillas, pero todo volvió a su ser, volví a mis límites, aunque ahora me preguntaré siempre, ¿volveré a deslimitarme?
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