jueves, 5 de diciembre de 2013

El marinero

Las dunas amenazantes,
en el desierto verde,
envuelven todo a su paso,
arrasando,
destrozando.
En el desierto verde,
el cielo hoy está gris,
las espadas que se clavan en mi,
la grieta que en el cielo se abre,
el rugido de dolor al abrir.

Poco a poco me hundo,
mi barco lo hizo antes,
quedó arrasado,
quedó destrozado.
Me agarro a un madero,
las fuerzas ya fallan,
mi salvación lejana,
mi muerte cercana.

Lucho contra la corriente,
no es la primera vez,
pero esta vez estoy cansado,
empiezo a desfallecer.
Veo el ángel de la muerte,
negro su traje es,
su dorada melena
centellea sobre mí.

El frío, la corriente, las dunas,
ya no puedo vivir.
Ángel yo te pregunto,
¿ya no se acuerda Dios de mí?
¿Por qué me abandona?
¿Por qué te envía?
¿Por qué mi barco hundió?

No lloréis por mi,
no seáis falsos,
navegué solo,
moriré solo.

Desde que mi barco se hundió,
solo espero la muerte,
no la busco, solo la espero,
en el desierto verde.
Las dunas amenazantes,
me envuelven,
juegan conmigo,
se ríen de mi,
me hunden,
me sacan a flote.

Eros y Eolo dejadme ir.

Me hundo,
ya llega el descanso,
ya llega la paz,
mi alma mutilada
puede ser juzgada,
lo que hice, hecho está,
lo que dije, dicho está.

Todo  fue con el corazón,
en mi no dominó nunca la razón,
si lo primero es el amor,
mi alma será salvada.
Mi único pecado, amar,
amar hasta la muerte,
amarte para siempre.

Sin ti, mi barco, la vida es nada,
sin ti la muerte es mi hermana.
Quise que llegara,
No huí de ella,
el verdadero valor
no es buscar la muerte,
es no huir de ella 
cuando viene a verte.

No lloréis,
no seáis falsos,
navegué solo,
moriré solo.

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