jueves, 13 de octubre de 2011

Al-Hamra

Me despierto en la luminosa mañana de Medinat Garnata, mis aposentos brillan con el sol de al-Ándalus, mi al-Hamra querida, mi hogar desde que mi Sidi Muhammad Ibn Yusuf Ibn Nazr ,al-Galib bi-llah ,llamado Ben Al-Ahmar, Allah lo tenga en su gloria, entró triunfal en ella. Entonces yo era un niño, hijo de uno de sus hombres de confianza, ahora estoy junto a su hijo, como consejero, mi Sidi Abû `Abd Allâh Muhammad ben Muhammad I, al-Faquih, que es nuestro querido sultán Muhammad II.
Cuando entramos en mi hogar, sólo era un al-Qasr, ahora es toda una medinat, de hecho se le empieza a llamar Medinat al Hamra.
El sol, que sobresale levemente por encima de la montaña indicando que el día acaba de comenzar, ilumina mi rostro y el de mi amada, dulcemente le beso en los labios para despertarla. Los sirvientes ya traen el desayuno, manakish con miel, leche fresca, te. Me visto y me dirijo al salón donde comenzaré mi trabajo junto al Sultán, mi señor.
Todos los días disfruto de mi camino entre mis aposentos y la sala donde trabajo, primero los pasillos, decorados con la inscripción de la casa Nasrí, Wa la Ghalib illa Allah, con ornamentos de nuestros mejores albanníes, telas y cortinas que aumentan su belleza. Luego paseo por el yannat al-Arif hasta, con sus olores de az-zahr en primavera y yazamin en verano.
El día pasa entre embajadas, juicios, una comida oficial, hablando de la religión y de las leyes con el Sultán, un rato de sosiego en los jardínes y un te de vez en cuando. Al llegar la noche, mi amada esposa y yo asistimos a la cena con el Sultán, su esposa favorita y algunos más de sus hombres de confianza.
En esos momentos recuerdo la niñez junto al que ahora es Sultán, pero entonces era otro niño del palacio, jugando, riendo y bromeando. Ya más mayores pasamos por la escuela, aprendiendo Al Qur'an Al Karim, leyes, al yabr del libro Kitab al-yabr wa-l-muqabala de Muhammad ibn Musa al-Jwarizmi, pero también nuestra parte favorita, el uso de al-janyar y al-sayf, además de la jineta, montar a caballo y aprender tácticas y técnicas de guerra. Ahí lo teníamos que llamar Sidi en público, pero el nos obligaba a tratarlo como uno más en privado...somos sus amigos.
Bajo la amenaza de los infieles, hemos tenido que construir al-minaes alrededor de al-Hamra, pero en nuestra infancia y juventud no existían, uniendo las casas con el bosque de alrededor.
Mi Sidi me despierta de mis recuerdos, riéndose un poco de mi despiste, seguimos conversando y cenando, al rato, él da por terminada la cena y con ello nos podemos retirar a nuestros aposentos mi amada y yo.
Una vez allí, la acerco a mis brazos y la beso, el amor nos hace unirnos y llegar al éxtasis, pues mi amada es tan parte de mi como yo mismo, nos desnudamos poco a poco, besándonos, acariciandonos, sintiendo el amor, el deseo y el placer en cada contacto piel a piel. Los perfúmenes de palacio, al ser primavera predomina el az-zahr, se mezclan con el dulce olor de mi amada, de su pelo y de su piel. El sabor de sus besos me hace besarla más y más, mientras nuestros cuerpos desnudos se entrelazan. Cuando llegamos al extasís, nos besamos y ella se queda dormida sobre mi pecho.
Poco a poco me voy quedando dormido, poco a poco, la felicidad de mi vida me hace sonreir mientras se cierran mis ojos, poco a poco mis sueños dominan mi mente.

Me despierto en la luminosa mañana de Medinat Garnata.....

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