El sol se pone sobre el mar, su círculo naranja parece hundirse en el agua, el cielo y las nubes se tiñen de tonalidades naranja, roja, violeta, azul intenso, son los colores de la despedida del día. Es el último sol de verano, mañana ya es otoño. Lanzo un beso al aire, despidiéndome del verano y de ti, aunque sea sólo por ahora. Desde los 15 años todos los veranos, uno tras otro, nuestro amor ha ido creciendo a la medida que lo hacían nuestros cuerpos primero y nuestra madurez después. Verano a verano pasábamos los días más felices del año el uno junto al otro. La playa, los paseos por la orilla, las noches de magia en tus ojos, las mañanas después de la pasión, los besos interminables, las caricias acompañadas de suspiros, la música de tu risa, el tiempo que pasa rápido y vuelve a llegar el maldito otoño. La vida nos ha deparado estar lejos de otoño a primavera para luego estar juntos en verano, un tiempo de felicidad completa y otro de llamadas, charlas por messenger, videoconferencias, mails y formas de contacto sin contacto.
Este otoño, por suerte, es el último, después de tantos veranos, de tanto mantener el amor encendido el resto del año, por fin vamos a vivir juntos. Faltan meses, pero empezando el año voy a verte, a sentir tus besos, tus abrazos y tus caricias, las mismas que me imagino cuando hablamos por teléfono, o chateamos, pero ahora la imaginación se verá superada por la realidad.
Ambos lo buscamos, lo deseábamos, y encontramos un trabajo y un sitio para vivir juntos, aquí cerca de donde nos conocimos, en aquella tarde de verano. Por fin aquel sueño de juventud, aquella promesa de amor eterno, se hace este invierno realidad. Después de odiar el otoño, este año empezaré a quererlo, puesto que tu estas a mi lado.
Inspiro la brisa de la tarde, los últimos vientos de verano, mientras sonrío, se que pronto estarás a mi lado, así que ver como te alejas en tu coche, de la misma forma que el sol se aleja de mi por el lado opuesto, cada vez más oculto por el mar mientras tu cada vez más oculta por los árboles, la montaña y al final desapareces también por el horizonte y se hace la noche.
Pero la sonrisa no se pone en mi cara, la sonrisa por saber que estaré junto a ti, la sonrisa por la felicidad, felicidad que se desborda en lágrimas, lágrimas que por esta vez saben como el más rico manjar. En unos meses, el día 1 de enero, estrenamos casa, estrenamos vida juntos. Las visitas de unos días fueron un simple ensayo de veranos, los veranos fueron un ensayo de la vida que nos espera.
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